Hace demasiados meses que tenía pendiente este artículo. En concreto, desde la vendimia, cuando fui a conocer el viñedo que Barco del Corneta tiene en Alcazarén. A ver el viñedo y a ‘dar palique’ a Bea, Félix, Edu, M. Antonia Sanz (madre de Bea) y resto del equipo, que de vez en cuando levantaban la cabeza desde debajo de los pámpanos de cepas centenarias.
La siguiente cita fue hace pocos días en el Restaurante Trasto de Valladolid, donde compartimos una sabrosísima comida en la que también estaban Julio e Isabel, de Majuelos Singulares, y donde probamos todos los vinos de la bodega con la sumiller, Laura (ella merece una entrevista aparte).
De vender la uva, a ser un referente internacional
La historia de Barco del Corneta se localiza en la villa vallisoletana de La Seca, donde el abuelo de Bea tuvo algunos majuelos que después pasaron a otras manos. Fue en 2008 cuando ella y su madre decidieron plantar cepas de verdejo en el paraje de Cantarranas, una zona muy conocida por los oriundos debido a las excelentes condiciones que reúne la zona (suelo, orientación, altitud…) para obtener uvas de máxima calidad.